Centroamérica con deficiencias para garantizar acceso de agua

agua

En Centroamérica 4,5 millones de personas no tienen acceso al servicio de agua potable y unos 12,2 millones no disfrutan de saneamiento básico pese a la abundancia de agua por su posición geográfica, regímenes de precipitación y una enorme cantidad de ríos, lagos u otros que alimentan sus ecosistemas y abastecen a la población, según el Cuarto Informe Estado de la Región.

Las limitaciones en el istmo para enfrentar este desafío, según estudios de la Cepal, están relacionadas con la concentración de población y actividades productivas no acordes con la distribución espacial de las lluvias, la falta de infraestructura de almacenamiento, graves problemas de calidad del recurso, aprovechamiento ineficiente y baja productividad en el uso del agua así como abusos y despilfarro.

Si bien hay logros en la cobertura de agua potable al pasar de 86,7% en el 2000 al  91,6% en el 2008 (aunque la información no es tan actual como se desearía); en algunos países se notan brechas muy significativas en las áreas rurales, por ejemplo, en El Salvador, Honduras y Nicaragua, las diferencias de acceso entre zonas urbanas y rurales son de dieciocho puntos porcentuales en los dos primeros casos y de treinta puntos en el tercero.

Saneamiento

Estos avances no se correlacionan con la situación en el tratamiento y saneamiento de aguas ni con el manejo de residuos líquidos.

En la década del 2000 tanto los residuos líquidos domésticos como los industriales constituían un serio problema ya que la mayor parte de la población urbana no estaba conectada a redes de alcantarillado sanitario, tanques sépticos o algún sistema de tratamiento.

En saneamiento, según datos de Cepal (2008) la población con acceso se mantenía en niveles de 52% en Nicaragua, 69% en Panamá, 71% en Honduras y en más de un 80% en Guatemala, El Salvador, Belice y Costa Rica con un 95%, el rubro más alto.

Nuevos procesos potencian degradación del recurso. Unido a las limitaciones mencionadas, hay varios escenarios de riesgo para el preciado líquido como la transformación de las cuencas y la contaminación de las zonas de recarga de los acuíferos debido a la falta de planificación urbana y la contaminación generada por los vertidos domésticos y el uso intensivo de pesticidas y fertilizantes.

Otro escenario que señala el Informe es la deforestación que responde a diversos propósitos (actividades agrícolas, silvicultura, tráfico de maderas exóticas o generación de energía). Centroamérica mantiene un tasa de pérdida de bosque mayor al promedio latinoamericano y mundial. Con la pérdida de foresta y sotobosque aumentan los niveles de escorrentía. Por ejemplo, por ese motivo Guatemala pierde alrededor de 149 millones de toneladas de suelo cultivable.

Hay amenazas también derivadas de la alteración de cauces que genera desbalances importantes en los ecosistemas e incrementa los riesgos de inundaciones.  La alteración de los flujos también repercute en los sistemas marino-costeros, la morfología litoral y las dinámicas de las playas. Este tipo de intervención se debe a actividades vinculadas a la extracción de material rocoso de los cauces.

Una dificultad adicional es la intensificación de las actividades productivas. Centroamérica ha desestimulado la producción de granos básicos y apoyado el cultivo de productos de exportación como frutas, hortalizas, caña de azúcar y plantas ornamentales.  Paralelamente a su impacto en empleo, la agroindustria se ha constituido en uno de los principales usuarios del agua. También el turismo ha presionado su consumo.

La expansión de los espacios urbanos es otro factor que se suma. Este fenómeno se expresa en aumentos en el consumo. Los sistemas proveedores de agua tienen capacidades máximas de extracción, las cuales una vez superadas, disminuyen la oferta y desencadenan procesos que terminan degradando el sistema completo.

A todo lo anterior se suman los escenarios de cambio climático. Estimaciones de Cepal proyectan que la demanda de agua podría crecer casi 300% al año 2050 y más de 1600% al 2010, considerando las tendencias actuales y sin incorporar ese fenómeno. Pero con cambio climático, esa demanda podría ser hasta un 63% mayor en el escenario más pesimista.

En este marco, la falta de planificación constituye una amenaza para la disponibilidad futura del recurso hídrico en un contexto en el que habrá más personas, más actividades y nuevas modalidades, patrones culturales en cuanto al uso del agua.

“Renunciar al ordenamiento territorial como un instrumento para mejorar la gestión ambiental implicará no sólo la agudización de la situación actual sino crecientes pérdidas de vidas, infraestructura pública y el patrimonio de las personas debido a la agudización de los niveles de riesgo y vulnerabilidad a desastres”, señaló Alberto Mora, coordinador del Informe Estado de la Región.

FUENTE | www.estrategiaynegocios.net

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