Se están liberando bolsas de metano congeladas a la atmósfera, un gas cuyo efecto invernadero es veinte veces más potente que el dióxido de carbono.
Científicos del Grupo de Emergencia del Metano en el Ártico (AMEG por sus siglas en inglés) aseguran que la masiva liberación del metano ‘encerrado’ en la masa de hielo del Ártico a la atmósfera constituye una situación de “emergencia planetaria”, por los efectos negativos de esta liberación sobre el calentamiento global.
En una reunión mantenida en el Parlamento británico los ingenieros han propuesto como solución a esta situación la instalación de unas torres que generen unas nubes que condensen las concentraciones en el aire de dicho gas, cuyo efecto invernadero es veinte veces más potente que el dióxido de carbono.
En una reunión mantenida en el Parlamento británico han propuesto como solución la instalación de unas torres que generen unas nubes que condensen esta concentración de metano.
Stephen Salter, uno de los participantes, ha asegurado que el bombeo del agua de mar hacia la atmósfera podría contribuir a enfriar el planeta, y ha propuesto a los parlamentarios que una solución a corto plazo pasría por la construcción de unas torres en las islas Feroe y en otros islotes del estrecho de Bering que generaran unas nubes que condensaran esa liberación de metano.
Oídos sordos de la comunidad internacional
Los expertos estiman que para frenar el calentamiento en el Ártico serían necesarias instalar unas cien torres, cuyo coste ronda los 300.000 dólares por unidad.
Actualmente, ningun gobierno ni institución internacional ha mostrado interés en financiar ni estos dispositivos ni la construcción de barcos que bombearan agua a la atmósfera (costaría unos 30 millones de dólares); por lo que el trabajo de estos prototipos se limitan a los laboratorios.
De no adoptarse medidas de urgencia, en opinión de este panel de científicos e ingenieros, en los próximos años “con estas emisiones de gases de efecto invernadero podría haber un calentamiento de 9 o 10ºC en el Ártico”. Un hecho que, a su vez, aceleraría el deshielo de esta zona del planeta y se liberaría todo el metano que se ha ido almacenando a lo largo de miles de años.
Emisiones que se producirán en alta mar y en gran parte de tierra firme, lo que contribuiría a subir la temperatura de toda la Tierra con unas consecuencias difícilmente calculables.
De hecho, las emisiones abruptas del metano encerrado en los hielos fueron uno de los detonantes de dos de las grandes extinciones de especies que se produjeron hace 55 y 251 millones de años.
El metano es un gas de efecto invernadero casi veinte veces mayor que la que tiene el dióxido de carbono, aunque no permanece tanto tiempo en la atmósfera como este.