El Parque Internacional La Amistad (PILA), el área silvestre protegida más grande en Centroamérica con cerca de 400,000 hectáreas y creada por los gobiernos de Costa Rica y Panamá, está cumpliendo 30 años. En 1982 fue declarada también Reserva de la Biosfera por la Unesco y Patrimonio Mundial de la Humanidad, un año después.

Y es que el contar con esa masa boscosa densa y continua, que incluye una gran variedad de bosques húmedos y nubosos tanto en el Pacífico como en el Atlántico, así como asociaciones vegetales únicas como las turberas, permite que especies en gran peligro de extinción como el jaguar, el felino más grande de América y el tercero de mayor tamaño en el mundo, puedan sobrevivir.

El parque también es un gran productor de agua, el sitio ideal para actividades de ecoturismo y aventura y el vecino de numerosas comunidades, incluyendo grupos indígenas como los cabécares, guaymíes y bribris.

Sin embargo, también sufre de amenazas como la extracción ilegal de flora y fauna silvestres y los incendios forestales. Su historia podría ser la de muchas áreas silvestres protegidas que cuentan con mínimos recursos para operar y donde las comunidades aledañas no valoran ni aprovechan sosteniblemente los servicios que el área silvestre les genera.

No obstante, el PILA también es también el referente para un programa de educación ambiental único a nivel centroamericano. En alianza y coordinación con las autoridades del parque en el lado costarricense, aquí la sociedad civil es la que ha tomado en sus manos la educación ambiental de las comunidades, iniciativa que se lleva a cabo desde el 2007.

Es así como la Red Quercus, conformada por asociaciones ambientales que también desarrollan actividades productivas amigables con el ambiente, ejecuta el programa EducaPILA, que tiene la participación y el aval del Sistema Nacional de Áreas de Conservación y el Ministerio de Educación Pública de Costa Rica y es financiado por el Programa de Canje de Deuda de Estados Unidos.

Como parte del programa, cinco educadores ambientales trabajan en 38 centros educativos de primaria y secundaria en los sectores de Biolley, Potrero Grande, Brunka, Volcán y Pittier, dando charlas de educación ambiental y apoyando actividades como huertas y producción orgánica, campañas de reciclaje, capacitación de docentes, elaboración de materiales didácticos y organización de eventos culturales y ferias ambientales. También trabajan con grupos organizados.

De acuerdo con Andrea Torres, Coordinadora del Programa EducaPILA, se ha logrado llegar a una población de 1300 estudiantes. El objetivo último del programa es contar con una sociedad participativa, organizada y comprometida con la protección del Parque Internacional De La Amistad.

No se puede valorar lo que no se conoce y el programa podría estar incidiendo en el hecho de que los delitos ambientales en el parque hayan disminuido en los últimos cinco años, según lo manifiesta el funcionario del PILA, Róger González.

Con la educación viva, como la llama la directora de la escuela de Potrero Grande, Marielos Navarro, los niños siente el parque como parte de ellos porque también les da beneficios. Y esto, indudablemente, es la mejor inversión para el futuro.

FUENTE | www.elfinancierocr.com